Si el director técnico de Boca no fuera Miguel Ángel Russo, tal vez el partido ante Racing del próximo sábado podría tomarse como un choque decisivo para el futuro del ciclo, aún habiendo comenzado apenas dos meses atrás. En otra dirección, como el director técnico de Boca es Miguel Ángel Russo, el partido del próximo sábado ante Racing es decisivo para el futuro del ciclo, aunque por razones y circunstancias que van incluso más allá del resultado.
¿Cómo se explica eso? ¿Qué diferencia le imprime al actual momento del equipo el tener un entrenador con espalda al frente? ¿Y cuánto de ese peso específico juega en contra? La respuesta, está claro, es compleja, aunque describe mejor que cualquier otra situación la actualidad de un club no sólo un equipo) cada vez más nervioso y siempre a punto de tomar decisiones, las cuales muchas veces terminan siendo apresuradas y de dudosa solución a los problemas de fondo.
Hay algo que está claro y quedó planteado en el enunciado inicial: si Boca pierde contra Racing, el ciclo de Miguel entrará en estado crítico, si no es que directamente se terminará ese mismo día. Es que pese al fuerte respaldo de la dirigencia (que por lo bajo apuntó la culpabilidad del pésimo arranque del semestre a los jugadores), la realidad no escapa a los datos: Boca no gana hace 11 partidos y siete de ellos se dieron bajo el ala del actual DT.
En lo que será la vuelta a la Bombonera tras caer ante Atlético Tucumán y la triste imagen que dio el equipo contra Huracán, una derrota detonaría la necesidad de renovar la esperanza desde algo más fuerte que la versión aún no oficial de que el Consejo de Fútbol ya no estará en funciones. En ese sentido, a Russo le caberán las generales de la ley.
Sin embargo, hay algo que lleva aún más allá el posible desenlace. Es que el desgaste que se vivió a diario en Ezeiza durante las últimas semanas fue más allá de lo normal: jugadores disconformes, reproches cruzados, una división interna con picos de conflicto en los marginados que definió el final de los ciclos de Marcos Rojo, Cristian Lema y Marcelo Saracchi y que remató el propio entrenador haciéndose cargo de la decisión de sacarlos del día a día.
Un día a día pesado
Todo eso impide un tránsito agradable para la idea madre de Miguelo al aceptar el desafío de sacar a Boca del pozo en el que se encuentra. Porque según sus propias palabras el día que asumió el compromiso de su tercer ciclo en el Xeneize, Russo aseguró sentirse “feliz con todo lo que hago, si no no lo hago, no tengo obligación. Si sigo tantos años en esto es porque me siento bien y capaz en todo”.
Capaz de todo, claramente. Por eso la valentía de agarrar el fierro caliente en la previa de lo que muchos auguraban podía ser un papelón histórico en el Mundial de Clubes, el cual (pese a la sorpresa de no ganarle al Auckland City) dejó la imagen de un equipo orgullosamente recuperado de sus más recientes producciones, con una clara influencia de la experiencia y el aplomo de su experto conductor. Algo que en la continuidad de los partidos en el inicio del semestre quedó totalmente desmentido por las pobres producciones y los pésimos resultados obtenidos.
Está claro es que ese disfrute hoy ya no existe. Y eso también se advierte en cada aparición pública que hace Miguel cuando le toca responder en las conferencias de prensa post partido, a las que nunca les escapa pero las que últimamente lo muestran confrontativo y tratando de buscar explicaciones casi desesperadamente.
Boca Juniors –
“Me hago cargo de todo y me corresponde a mi darlo vuelta”
Miguel Ángel Russo a Olé en conferencia de prensa tras la derrota de Boca ante Huracán @gonzalosuli
De versiones y miradas internas
En el medio de todo, las versiones acerca de su salud instalan una preocupación que -aún desmentida- no desaparece del ambiente, reforzada por la supuesta presión de su entorno familiar para que no permanezca mucho tiempo más con ese nivel de exposición.
Miguel Angel Russo –
Russo: “Sé lo que es el mundo Boca
Desde el club, en tanto, las miradas que se recogen van desde la certeza de que el semblante de Russo no es el mismo que en los soleados días de Miami hasta el reconocimiento a su fortaleza para apuntalar el día a día del plantel, incluso cuando por momentos lo hace a la distancia (no comienza las prácticas matutinas presencialmente) o desde un costado, apoyado en sus colaboradores Claudio Úbeda y Juvenal Rodríguez. “Es un ejemplo de vida”, le confiaron a Olé en estos días desde Ezeiza. Y pese a ser un buen ejemplo de resiliencia, no alcanza.
¿Y si gana?
Con el panorama claro en cuanto a una hipotética derrota (aún en el caso de una continuidad ya sí más condicionada a uno o dos partidos más), cabe preguntarse si el ciclo tiene chances de agotarse incluso ganando el sábado. Y la realidad es que esa alternativa de ninguna manera puede negarse. Porque tal vez la crisis de Boca ya sea a esta altura demasiado para Miguel, y porque incluso Boca parece necesitar ya otra cosa para torcer el rumbo.
Hasta acá, el hombre le puso el hombro a un momento bravo. Superando el compromiso del Mundial y tomando decisiones en el vestuario. Pero todo llega, y como el volcán ruso Krasheninnikov que erupcionó tras 400 años. el joven ciclo de Miguel puede explotar a poco de haberse iniciado.