Hasta que termine la fecha en curso (veremos cómo salen los partidos) en la zona A del campeonato va primero Unión, segundo Barracas Central, tercero Estudiantes, y cuartos Defensa y Justicia y Tigre. En la zona B, va primero Riestra. Platense, el último campeón, no está entrando a los play-offs, y ocupa un muy discreto puesto 17 en la tabla anual. ¿Qué significa esto? ¿Qué el campeonato argentino es dinámico, abierto, cualquiera le puede ganar a cualquiera y por lo tanto cualquiera puede salir campeón? O, al contrario, ¿qué el campeonato argentino es mediocre, tiene poco vuelo, ningún equipo está en condiciones de marcar la época, se juega mal, todo trabado, luchado? ¿Y si son las dos cosas a la vez?
Tal vez lo mejor del campeonato argentino -sobre todo en comparación con otras ligas como la española o la francesa- es la incertidumbre que genera que no haya un equipo hegemónico, como un campeonato que se juega entre dos o, a lo sumo, tres equipos y los demás están precisamente de más, jugando por entrar a las copas de segunda importancia. Eso vuelve al campeonato argentino sumamente interesante, como lo es el sorteo de una lotería en la que nadie sabe qué número saldrá. Esta posibilidad de que cualquiera dé el batacazo está ligada a que, al menos cuatro de los cinco equipos grandes (los que serían, en principio, candidatos) están en crisis.
Primero River, que, con una billetera impresionante, penó en la Copa Libertadores en la que, para decirlo como se dice ahora, “no compitió”. Pasó de casualidad contra Libertad, y perdió de local y visitante, sin estar nunca en partido, contra Palmeiras. La eliminación de Boca contra Alianza Lima fue un fracaso grande como una casa, con un arquero que se asustó y no se animó a atajar la serie de penales. Yo nunca vi algo así. En el campeonato no juega a nada, al día de hoy no está clasificando a la Copa 2026 por la tabla anual (aunque está cerca) y menos mal que vino Paredes que, al trotecito como juega, le sobra para ser el mejor del fútbol argentino. San Lorenzo es un milagro, quiero decir, un milagro que más o menos compita (va quinto en su zona) con la crisis institucional que atraviesa. Independiente desde hace años es un desastre, tanto políticamente como en el juego. Racing en el campeonato no juega bien (tiene muy pocas chances de entrar a los play-offs) pero sí en la Copa, donde tiene bien ganado su lugar en la semifinal. Es el único grande que la pelea bien. La crisis de los grandes da lugar a que los chicos se agranden, alguno tal vez la emboque dos o tres veces (como el año pasado Platense) y termine campeón.
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Queda la otra pregunta: además de la incertidumbre saludable del torneo, ¿cuál es el nivel del campeonato del país de los campeones del mundo? El fútbol argentino parece haberse emparejado hacia abajo. Es cierto que son partidos intensos, meta presión y presión, pero quizás por eso le falta pausa, jugadores que levanten la cabeza y metan pases entre líneas o grandes cambios de frente, defensores que no revoleen y salgan jugando y arqueros que se coman menos goles. No importa, ya se acerca la etapa definitoria del campeonato: cualquiera puede salir campeón.