Desde hace un par de semanas, San Clemente del Tuyú es noticia por los grandes tiburones gatopardos que se vienen capturando. Tal como dimos cuenta en Weekend Web en notas recientes, los escualos picaron en punta en esta zona, con buena presencia de la especie y con pescadores que no dudaron en ir a buscarlos antes que otros años. Ahora, la novedad viene por la variada, una multiplicidad de especies que se viene afirmando y que permite posicionar este destino como uno de los recomendados para los próximos días.
La noticia llegó por Joaquín Schiavi, un joven pescador de San Clemente del Tuyú que constantemente nos brinda la información de la zona. Fanático de la pesca de chuchos, siempre nos deleita con alguna captura que, tras las fotos, devuelve al agua. No fue la excepción en este caso, con un ejemplar soberbio que vendió cara la derrota y se prendió a una de las líneas que vende Joaquín, de la marca Super Bait. Como es habitual, estaba con su equipo de variada, el mismo que podemos usar para obtener cualquier otra especie de playa. Una caña potente de 4 a 4,20 m, con un reel cargado con 300 m de multifilamento de 0,25 mm, unido a una madre pegada que va del 0,40 a 0,80 mm. Esa es la receta de Schiavi, aunque los amantes de los concursos achican medidas para buscar buena distancia en el tiro, con el sabido riesgo de corte por la fuerza del pez o algún roce.
Los aparejos son variados. En el caso de nuestro amigo, le da mucho resultado el uso del tipo balancín, con dos anzuelos puestos en tándem. El aparejo recomienda armarlo con 1.00 mm, en su totalidad, con bajadas de 90 cm de la misma medida, rematadas con un anzuelo circular N° 6/0.
La carnada más rendidora es el langostino entero, aunque otra buena alternativa es la anchoa entera cuando hay mucho descarne. Otros gustan de envolverlos con el cuerpo del calamarete. ¿De qué forma? Primero atando un langostino en el anzuelo y luego tapándolo con el calamarete sin tentáculos, sujetándolo de arriba para que no se mueva.
El chucho es el amo y señor de las canaletas, las que recorre en búsqueda de su alimento y por la que intentará escapar una vez pinchado en base a su fuerza natatoria. Habita casi toda la costa atlántica y es una especie muy vulnerable a la explotación pesquera. Su reproducción tardía y baja fecundidad los hace altamente débiles frente a las presiones pesqueras: machos y hembras se reproducen recién a partir de los 6 y 8 años, respectivamente. Son vivíparos, por lo que al igual que los mamíferos, las hembras gestan y paren a sus crías, y éstas resultan ser unas pocas cada vez. Es muy común que, al extraer una pieza del agua o al estar colgados en una ganchera en los torneos, que cada vez son menos en los que se los pesca, vayan expulsando sus crías, por lo que es importante una correcta y rápida devolución, más con las hembras. Estar siempre atentos a su cola en forma de látigo con una o dos púas aserradas y venenosas. Esa chuza no es mortal, pero en el caso de pincharse, el pescador va a pasar un mal momento. Si accidentalmente ocurre, es recomendable aplicarse agua caliente en la zona afectada y acudir a un médico en forma inmediata.
Nos contaba Schiavi, quien se mueve en las playas de San Clemente del Tuyú, dio con excelentes pejerreyes que se prenden a los cebos que apuntan a la variada, grandes brótolas que se disfrutan gratamente desde lo gastronómico y ya, algunos cañófilos, pinchan las primeras corvinas rubias. Junto a la opción de los escualos, el norte del Partido de la Costa nos brinda múltiples opciones para tener en cuenta. Nada para desperdiciar.
