Costas y la moraleja del Eternauta: lo viejo funciona

Costas y la moraleja del Eternauta: lo viejo funciona

En tiempos de equipos brasileños victoriosos con refuerzos intergalácticos que desembarcan en Sudamérica gracias a billeteras abultadas, el Racing de Gustavo Costas es la extrapolación al fútbol sudamericano del clásico literario de Héctor Oesterheld, El eternauta. Cuando todo parece perdido, cuando enfrentar y vencer a rivales con futbolistas traídos de la élite europea puede resultar una quimera, la Academia compite bajo el slogan “lo viejo funciona”. Costas instala en el fútbol sudamericano una verdad que resuena a lo largo de la historieta: volver a lo esencial, a lo que dio resultado aunque parezca anticuado, con el fin de subsistir en esta competencia despareja.

Racing es la supervivencia de un esquema clásico donde el arquero ataja y no sale todas jugando, donde el central defiende con uñas y dientes y si tiene que colgarla en la tribuna no se pone colorado, donde los mediocampistas centrales marcan y cortan con faltas todas las veces que sea necesario, donde los que juegan por fuera suben y bajan como marranos y donde el centrodelantero no sólo hace goles, sino que también fastidia a los rivales y es el primer defensor del esquema táctico.

En una época donde los entrenadores hablan loas y predican alabanzas a la posesión interminable de circulación obsesiva (NdR: que aburre enormemente cuando no mira al arco contrario), el equipo de Avellaneda se anima a retroceder un paso para dar, cuando convenga, los dos necesarios hacia adelante. Racing no reniega de la pelota pero tampoco la disputa. Entiende que hay otras formas de controlar un partido y sabe que, al fin de cuentas, lo más importante es llegar con chances frente del arquero rival. Su fórmula es clara como el blanco de su camiseta: defender en bloque bajo, cortar con faltas tácticas cada vez que es necesario y salir lanzado en velocidad para golpear al rival en los espacios que dejan los defensores a sus espaldas.

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Lo de Racing no es una novedad táctica. Así era el fútbol de comienzo del siglo y finales del siglo pasado, podría decirse que así era el fútbol pre-guardioliano que hoy pasó de moda. Así Racing gana partidos importantes jugando de visitante (en Brasil, en Paraguay, en Liniers o donde le toque en suerte enfrentarse).

El equipo de Costas y sus muchachos, encarnan la F100 que resiste a la nevada. Racing revaloriza el esquema de antes, demuestra que todavía se puede construir competitividad con un libreto sencillo. Así como Juan Salvo entendió que la resistencia no dependía de la sofisticación de las armas, Costasdemostró que en el fútbol sudamericano no siempre gana el más aggiornado. Y, en ese sentido, Racing no engaña a nadie. No se viste de ropas fastuosas, se pone el overol y avanza a machetazos.Sin ir más lejos, no hay partido que no termine duplicando en faltas a su rival.

En un fútbol argentino desorientado en Sudamérica por la pérdida de presupuesto y competitividad, el equipo de Avellaneda envía un mensaje super claro: lo importante no es parecer moderno, sino estar adaptado y competir por sobrevivir contra jugadores de otra galaxia. Con un esquema de libro y sin grandes nombres, el Racing de Costas continúa en la mayor competencia continental: es el único equipo argentino en semifinales de la Libertadores.

Héctor Germán Oesterheld deslizaba, de manera encubierta y en tiempos de dictaduras, como aplicando una estrategia de supervivencia se podía resistir en condiciones adversas. Gustavo Adolfo Costas, recurriendo a un fútbol “de otro tiempo” con orden defensivo, bloques compactos, interrupciones tácticas y el contragolpe como arma, ahonda en un relato que demuestra que lo viejo sigue funcionando.