Lo que era un final de fiesta, casi termina convirtiéndose en tragedia. Sucedió el domingo por la noche en el Estadio Hernando Siles de La Paz, donde The Strongest, el puntero del campeonato de Primera División de Bolivia, le ganó 3-2 a Blooming de Santa Cruz de la Sierra.
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Martín Chiatti, defensor cordobés que integró el equipo paceño, lo cuenta en primera persona: “El partido seguía su curso normal, se estaba jugando tiempo de adición y teníamos un tiro libre a favor, y de repente empezaron a tirar fuegos artificiales desde la tribuna local. Primero parecía que lo hacían hacia arriba, como es habitual, pero después vimos que salían para el lado de la cancha”. La pirotecnia fue arrojada desde “la curva” que ocupa la barra de The Strongest, en señal de protesta contra la directiva del club.
“No duró mucho, pero sí lo suficiente como para que nos asustáramos bastante. Por suerte, las familias estaban en los palcos, que son altos”.
“Primero tiraron una o dos, pero después fueron cada vez más -prosigue Chiatti-, y entonces los jugadores empezamos a correr para el lado de los bancos de suplentes. Algunos chicos se dieron vuelta, así que no podían ver la dirección hacia la que iban las bengalas, y ahí fue cuando a mi compañero Juan Godoy le explotó una en el muslo“. El futbolista surgido de Las Palmas fue quien, luego de los incidentes, sacó del estadio a la esposa y los hijos del delantero paraguayo, que sufrió un desgarro en el aductor y lesiones en los testículos a causa de impacto de la bengala.
“Cayeron muchísimos proyectiles y en un momento no podías saber de dónde te venían. Fue ahí cuando el árbitro paró el partido y habló con los delegados de los dos clubes, con el veedor de la Federación Boliviana de Fútbol y con el encargado del operativo de seguridad. Después, la policía desalojó a algunos hinchas de la tribuna, hizo un cordón y armó una especie de pulmón, y se siguió jugando hasta el final”, relató Chiatti.
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“No duró mucho, pero sí lo suficiente como para que nos asustáramos bastante. Por suerte, las familias estaban en los palcos, que son altos. Eran muchos proyectiles que saltaban para todos lados y nos explotaban muy cerca. Un verdadero peligro. Pudo haber sido mucho peor. Hay que tomar medidas en forma urgente, esto no puede volver a pasar”, subrayó.
“Nos quedó un sabor agridulce”
Chiatti tiene un largo recorrido en el fútbol boliviano, donde también vistió las camisetas de Aurora de Cochabamba, Torre Fuerte de Santa Cruz de la Sierra, Independiente Petrolero de Sucre y Nacional de Potosí. Cuenta que es la segunda vez que en el vecino país le toca vivir la experiencia de hinchas tirando bengalas hacia el campo de juego. “No es algo habitual, pero en los últimos años se repitió varias veces en distintas canchas. A mí me tocó por primera vez en 2023 y es una pena, porque es algo que atenta contra la salud y la seguridad de todos los que están en un estadio”, dice.
“Los jugadores no entendíamos nada, porque estábamos ganando y vamos punteros. Habíamos visto algunas banderas escritas en aerosol, con quejas hacia lo institucional. Creo que por ahí viene la mano”.
“En el caso del domingo pasado, los jugadores no entendíamos nada, porque el equipo estaba ganando el partido y se afirmaba como puntero del campeonato. Nada hacía suponer que podía haber problema en las tribunas, más allá de eso habíamos visto algunas banderas escritas en aerosol, con quejas hacia lo institucional. Creo que por ahí viene la mano”, apunta Chiatti. “Terminamos bastante molestos, sobre todo porque lastimaron a nuestro compañero. Nos quedó un sabor agridulce, porque en lugar de festejar que ganamos y que seguimos punteros, el vestuario quedó apagado”, añade.
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“El presidente del club (Daniel Terrazas) hizo la denuncia, hubo hinchas detenidos y también lo llamaron a declarar a Godoy. Se está hablando de la posibilidad de una multa o una sanción para The Strongest, pero la Federación Boliviana de Fútbol todavía no se pronunció”, sostiene Chiatti. “Sería una lástima que hubiera sanción deportiva o se dispusiera que el equipo juegue sus partidos a puertas cerradas, ya que los futbolistas y la gran mayoría de los hinchas no tenemos la culpa de lo que sucedió”, subraya el futbolista cordobés, quien se sumó al “Tigre” en enero pasado.
“No es algo habitual, pero en los últimos años se repitió varias veces en distintas canchas. A mí me tocó por primera vez en 2023 y es una pena, porque es algo que atenta contra la salud y la seguridad de todos los que están en un estadio”.
En The Strongest, equipo que dirige Joaquín Monasterio, Chiatti comparte plantel con otros cinco argentinos: Joel Amoroso, Andrés Chávez, Tobías Moriceau, Luciano Ursino y Braian Salvareschi. “En el campeonato sacamos una buena ventaja, aunque todavía faltan 14 fechas; y en la Copa Bolivia estamos segundos en nuestra zona”, refiere el cordobés, quien también integró el plantel que disputó ante Bahía de Brasil (1-1 y 0-3) la Fase Preliminar de la Copa Libertadores de América 2025. “En el último partido entré al comienzo del segundo tiempo por la expulsión de un compañero, pero no he tenido los minutos en cancha que quisiera. La verdad es que estoy esperando tener más oportunidades de jugar”, cuenta.

– ¿Se extraña la Liga Cordobesa de Fútbol?
– Yo soy un jugador de la Liga. Ahí me formé en la perseverancia, la disciplina y todo lo que tengo hoy para ofrecer adentro de una cancha. Lo que soy como jugador se lo debo a esa cuestión tan característica de hacer todo a pulmón que tiene nuestro fútbol cordobés. Yo me siento muy identificado con Las Palmas, donde también soy parte de una historia familiar. Ahí viví muchas cosas y me encantaría volver alguna vez, aunque uno nunca sabe qué le puede deparar el futuro. Hoy estoy muy bien en Bolivia, junto a mi esposa Florencia y mis hijos Lucas (2) y Valentín (1). Quizá me gustaría regresar a mi ciudad para poder transmitir mi experiencia a muchos chicos que juegan en la Liga y que ven como algo muy lejano la posibilidad de llegar al fútbol profesional, y decirles que no es algo imposible, que hay que buscar las oportunidades, tener en claro que siempre hay que pagar un precio, y sobre todo saber aprovecharlas.