Independiente goleó a Atlético Tucumán y todavía tiene lejanas chances matemáticas de llegar a los playoffs

Independiente goleó a Atlético Tucumán y todavía tiene lejanas chances matemáticas de llegar a los playoffs

La felicidad brota en esas almas rojas que por fin dejaron de penar. Es la mejor semana del año para Independiente. Por las dos goleadas que lo impulsan en el Torneo Clausura con la esperanza de llegar como rezagado a los playoffs y a las competencias internacionales de 2026. Y también, claro, por el vecino que no logró alcanzar la final de la Libertadores, expresado en banderas y en el “Che, Racing”, que se escuchó durante gran parte del partido. No reparó el hincha del Rey de Copas que su destino ya no depende de sus propias fortalezas, sino de la suerte de terceros. Pero, ¿quién le quita la sonrisa por estas horas?

Atlético Tucumán está en crisis. Es su tercera derrota consecutiva, la cuarta en los últimos cinco partidos y hace catorce fechas que no gana de visitante. Por algo Lucas Pusineri fue despedido, este sábado dirigió el interino Hugo Colace y suena el Ogro Fabbiani. En Avellaneda quedó claro que el equipo no está a altura: perdió 3 a 0 y terminó con nueve jugadores en la cancha.

Independiente salió dispuesto a mostrar una cara diferente. Después de la victoria ante Platense, un partido que había quedado pendiente tras los incidentes en la Copa Sudamericana, recargó energías y empezó a dejar claro qué pretende Gustavo Quinteros: un equipo dinámico, con juego por adentro, profundidad por afuera y una referencia de área con gol y vivo para conectar en el circuito de juego. En definitiva, la receta que le funcionó en Vélez y lo impulsó en la Liga Profesional que terminó conquistando el año pasado.

De entrada, se vieron las cartas. Con Matías Abaldo punzante y Gabriel Ávalos en la zona de la definición. El paraguayo controló un centro rasante del uruguayo, pero necesitó dos tiempos porque le quedó atrás y cuando pudo sacar el disparo, achicó Matías Mansilla.

A bordo del 4-2-3-1 que suele utilizar el entrenador Santafesino, Independiente fue elástico. Y aunque la mitad de la cancha se la repartieron Felipe Loyola y Rodrigo Fernández Cedrés, la salida fue patrimonio de Kevin Lomónaco, que avanzó con elegancia desde el fondo y fue pocas veces presionado por los volantes rivales.

En este contexto, Atlético Tucumán se vio encerrado y solo pudo sacar alguna contra con un estilo bien directo en el que buscaron lastimar tanto Rodrigo Ruiz Rodríguez como Ignacio Galván por las bandas. En casi todos los intentos, los envíos rasantes fueron rechazados por los defensores locales.

Había un dominio rojo y el gol se veía venir, pero llegó por un error no forzado. Es cierto que Loyola presionó la espalda de Galván, pero Marcelo Ortiz no estaba apurado cuando quiso devolver con tanta imprecisión que le regaló la pelota al chileno. Después, Ávalos asistió con un toque sutil y Abaldo, a la carrera por el segundo palo, fusiló a Mansilla.

Cinco minutos después, Independiente consiguió el segundo con una jugada que armó Loyola y resolvió Ávalos con una bomba de zurda desde la puerta del área grande. De los 25 a los 30 minutos, en un abrir y cerrar de ojos, el estadio se transformó en una auténtica fiesta.

Y en el final de etapa inicial, Rodrigo Rey dejó claro que está hecho para un equipo grande porque en cuatro transiciones, Atlético Tucumán llegó con un tiro de media distancia de Adrián Sánchez que el arquero arañó por encima del travesaño.

En el segundo tiempo, Colace hizo dos cambios para el arranque. Entraron Lautaro Godoy y Franco Nicola en lugar de Mateo Bajamich y Kevin López. Y se lanzó con tres atacantes. Tuvo el descuento a la salida de un córner que se jugó para Sánchez, el volante sacudió otra vez desde lejos, tapó corto Rey y se recuperó en el rebote ante Ruiz Rodríguez.

Fue una ilusión tucumana que duró muy poco. Bastó que Independiente cruzara la mitad de la cancha para resolver la historia. Eso sí, necesitó de un tiro de esquina que forzó Montiel con un disparo que Mansilla sacó a puro reflejo. Y de la ejecución del propio “7” llegó el tercero, un cabezazo de Loyola con total libertad.

El partido, a esa altura, estaba recontra liquidado. La supremacía de Independiente se había plasmado en el resultado. Y si ya era una misión imposible para Atlético Tucumán, mucho peor fue con la expulsión de Galván. El lateral peleó contra la raya para evitar el desborde de Leonel Godoy y cuando el jugador rojo perdió el equilibrio, le saltó encima de la espalda. No buscó esquivarlo, está claro. Tuvo una actitud artera. Por eso Martínez Beligoy lo expulsó sin hesitar.

Lo que siguió fue el show de variantes. Colace intentó reforzar la defensa y Quinteros aprovechó para hacer debutar al pibe Tomás Pérez Cursi (categoría 2006) en una noche que nunca olvidará. Pudo hacer cuatro Independiente, pero Mansilla tapó el penal que Clever Ferreira le cometió a Abaldo. Lo pateó anunciado Ávalos y adivinó el arquero. De todos modos, no les preocupó a hinchas, que venían golpeados y encontraron motivos para el regocijo.