No es una semana más para River. Son días de preparación para el primer gran examen que el equipo de Marcelo Gallardo tendrá en este segundo semestre de 2025. Es que el jueves jugará la revancha de los octavos de final de la Copa Libertadores ante Libertad de Paraguay y en el campo de juego del Monumental el conjunto de Núñez pondrá mucho en juego. Desde el honor, el prestigio deportivo que supo concebir en los últimos tiempos y una gran cantidad de dinero.
Todas esas cuestiones confluyen en un cóctel de presión para los jugadores. Pero es lógico y es lo que la camiseta de River representa y exige. Lo saben desde el momento en que se ponen la banda roja y muchos de ellos están acostumbrados a este tipo de contiendas. En otros tiempos, quizás estos temas se hablarían más adelante en el certamen continental. Pero este equipo actual todavía no dio muestras de confiabilidad ni tampoco dio garantías en este tipo de choques. Es muy volátil. Por eso, se hace referencia a que se trata de una gran prueba lo del jueves.
Y poco tiene que ver el rival, dado que es uno de los más débiles del continente, más allá de la dificultad que presentó en su estadio, sino más bien el propio River. El conjunto del Muñeco todavía está en proceso de reconstrucción, tras otro mercado de pases a través del que se volvió a reconfigurar el plantel. Y en ese contexto, llega un duelo de esos en los que si se gana es lo lógico y si se pierde provocan cimbronazos.
Nada pasará con Gallardo suceda lo que suceda desde el jueves en adelante, incluyendo los otros desafíos ya que el Muñeco seguirá siendo la cabeza del proyecto futbolístico, pero sonará a poco pelear ya a fines de agosto solo por los torneos domésticos, el torneo Clausura y la Copa Argentina. Y con un plantel que tiene un recambio importante, más allá de los altibajos que puedan estar teniendo algunos jugadores. A su vez, enfrente no habrá un rival brasileño que pueda apaciguar las formas, teniendo en cuenta el poderío con el que cuentan actualmente varios de los clubes del país vecino.
En las últimas 10 ediciones de la Copa Libertadores, es decir desde la llegada de Gallardo a la dirección técnica, River se quedó afuera de la Copa tres veces en octavos de final, pero dos de ellas fueron en los últimos tres años, una con el Muñeco y otra con Martín Demichelis.
Y en este segundo ciclo, Gallardo no está teniendo la supremacía de su primera parte en los mano a mano. Por eso estos duelos también representan un gran desafío para él mismo, en esta cuestión que también exige River, de revalidar siempre, como bien remarcó el entrenador en referencia a los jugadores en la conferencia de prensa posterior a la victoria contra Godoy Cruz. Desde su vuelta, disputó 8 mano a mano, de los que ganó 5 y perdió 3.
No pasar esta instancia de Copa significaría para River una pérdida de 11 millones de dólares si se contempla llegar hasta la final del certamen. Y si bien no es un monto tan importante con respecto a la erogación que River hizo en los dos mercados de pases de este año (invirtió un poco más de 50 millones de dólares), ese premio representa más del 20 por ciento de lo gastado.
Pero, claro, en el fútbol, la plata no es sinónimo de triunfo constantemente. “Nosotros tenemos una muy buena posición porque nos lo hemos ganado, porque somos un club que genera y en base a eso podemos invertir. Eso genera mezquindad. La vida es así. Vemos los mercados europeos que están mucho mejor que nosotros y los equipos siempre son los mismos los que ganan. No quiere decir que vos con lo que gastes vas a ganar todos los partidos. ¿Vas a tener más herramientas? Posiblemente, sí. Después está cómo nos propongamos nosotros ser un equipo que se exija para ganar y muestre una diferencia desde el juego”, comentó Gallardo al respecto.
Y agregó: “La búsqueda nuestra es ser un muy buen equipo de fútbol, no es ganar y nada más que ganar. Nos gusta que se nos exija y que se tome como una posibilidad que seamos un equipo que tiene que ganar todos los partidos, pero eso es una mentira. Hemos perdido solo dos partidos en el año, somos un equipo que se está reconstruyendo, como otros. Que se reconstruye en base a una idea clara, a una concepción no solo futbolística, sino de club. Apostamos a una visión de mediano y largo plazo. Intentamos ser iguales en la victoria y en la derrota, tenemos una filosofía y eso es lo importante. Nosotros queremos ganar, el hincha quiere ganar”.
En definitiva, lo que Gallardo pretende no es solo que el equipo gane, sino que genere una identidad, una seguridad y una confiabilidad que hasta el momento no pudo conseguir. Y el jueves, por más que haya salido bien parado con el resultado (0 a 0) en Paraguay, en un partido en el que exhibió dos caras, su equipo deberá demostrar algunas de esas cuestiones para asegurar el pasaje a los cuartos de final de la Copa.