En el último instante en el que Sebastián Driussi participó oficialmente en un partido de River, el delantero hizo un gol: aquella definición para el 2-0 parcial ante Urawa Reds, por el debut en el Mundial de Clubes, no tuvo un grito de festejo sino de dolor. “Me rompí todo”, se le leyeron los labios al Gordo mientras salía del campo del Lumen Field sin poder pisar con su tobillo izquierdo. Afortunadamente, el diagnóstico de los estudios médicos no ratificaron la sentencia de SD: así y todo, el esguince severo del ligamento interno ya anticipaba un parate largo para él, de mínima de dos meses.

Apenas después del empate 0-0 con San Lorenzo, hace ya diez días, Marcelo Gallardo se entusiasmaba y aseguraba que desde la semana pasada Driussi iba a tener el alta médica e iba a estar disponible para los partidos que se venían, empezando por San Martín (T) en la Copa Argentina, el fin de semana pasado. No fue así. O hubo una evaluación clínica errada, o al punta que ahora cambió su dorsal del #15 al #19 lo apuraron y retrocedió un par de casilleros en su recuperación, pero lo cierto es que SD no sólo no tiene luz verde sino que desde el cuerpo técnico ya dan por hecho que no llegará OK al juego del sábado con Independiente en Avellaneda y que su presencia está prácticamente descartada, también, para los octavos de la Copa Libertadores contra Libertad, o cuanto menos para la ida, en ocho días en Asunción: el ex Austin todavía siente molestias en la zona y no está seguro como para dar un salto de exigencia en los entrenamientos.

En todo caso, a 50 días de aquella lesión contra los japoneses, tiene lógica de acuerdo a la proyección inicial que Driussi llegue al menos a los dos meses fuera de las canchas, pero no deja de ser un dolor de cabeza importante para Gallardo y su CT, especialmente teniendo en cuenta que Maxi Salas aún no llegó a las dos semanas de rehabilitación por su esguince del ligamento colateral medial de la rodilla izquierda y está ya casi afuera para la ida en Paraguay y muy al límite pensando en la definición de la llave en el Monumental, el 21/8, aunque desde el círculo de MG aseguran que intentarán que llegue. Así las cosas, es probable que el Muñeco tenga que depender de Miguel Ángel Borja ya no solo el jueves que viene sino durante toda la serie de octavos.

Sí, entre las ventanas de enero y julio River invirtió 20 millones de dólares en Driussi y Salas y lo más probable es que no pueda contar con ninguno de los dos delanteros en el primer mano a mano de CL del año, con lo que eso representa. Y también con lo que implica: el único centrodelantero disponible, sin contar a un Colidio que hoy brilla arrancando por izquierda (y que no puede ni resfriarse), es un Borja que atraviesa una crisis de confianza y que está en el foco de los hinchas. Más allá de un rendimiento aceptable del colombiano en función de equipo contra SMT, las situaciones desperdiciadas por el 9 dejaron a Gallardo ante el desafío de levantarle la flechita al Colibrí, a cinco meses de que expire su contrato y quede libre.

En ese sentido, habrá que ver qué decide el entrenador de cara al choque con el Rojo de este sábado: si repite la base del equipo que goleó a los tucumanos, con el riesgo que eso conlleva, o si cuida algunos soldados, especialmente en una delantera que ya no tiene margen de recambio.

Sí, un problema Gordo…