Mientras los pequeños en edad de vacaciones vibraban en el prime time de los shows infantiles, dos de las estrellas del mercado invernal de River, Juan Portillo y Matías Galarza Fonda, daban un gran paso. El que sueñan cotidianamente tantísimos pibes y pibas de delantal blanco.

Los dos ex jugadores de Talleres firmaron sus contratos con sello CARP hasta diciembre del 2028. Este miércoles, pasadas las 17, Marcelo Gallardo sumó oficialmente a dos refuerzos linkeados por su pasado en Córdoba, por su polifuncionalidad y entrega y porque ambos soldados están frente a la oportunidad de dar otro paso en sus historias ascendente en el fútbol.

Juan, el nuevo Sicario, hijo de Leo y de Julia y quinto de seis hermanos, valorado por el Muñeco por su camaleónica capacidad de cubrir distintas variantes en defensa y el medio, intentará certificar esa entrega que ya lo destacaba en las callecitas de tierra colorada del barrio San Carlos en Puerto Rico, Misiones.

De jugar picaditos en las cuatro tardes de la semana que tenía libres, esas en las que no le tocaba entrenarse con el club 9 de Julio, Juanca pasó a 25 de Mayo antes de probarse -y quedar- en Crucero del Norte a los 15 años, el primero de sus grandes saltos. ¿El segundo? La experiencia en Deportivo Itapuense, en la segunda de Paraguay, donde fortaleció su juego físico. Y el tercero, el geográficamente más largo y que pegó en remis. Un viaje de unos 34 mil pesos en 2020 (a plata de hoy, 950 lucas) para ir de Posadas a Santa Fe en tiempos de cuarentena estricta en la que no había vuelos ni micros en circulación. Todo para firmar en Unión.

Portillo sabía (y sabe) que las oportunidades deben aprovecharse. Que cada minuto cuenta. Por eso se tatuó un reloj de arena en su cuello: para tener presente esa reflexión que lo acompañó en Talleres y que tendrá como regla ante esta chance de ser opción múltiple para el River 2025.

Su ladero en este nuevo sueño, Galarza Fonda, también entiende de qué se trata el mundo de la pelota: toda su familia estuvo y está ligada al fútbol.

Hijo de Carlos, nieto de Arturo y hermano de Lucas, Matías es uno de los siete Galarza linkeados con la número cinco y el único que no salió arquero. Nacido en Paraguay y criado hasta los ocho años en Bolivia, GF pisó por primera vez un vestuario cuando su viejo comenzó a trabajar en las Inferiores de Olimpia. Ahí se familiarizó con los códigos, con los ánimos caldeados, con lo que significa ganar y también perder. Y todo eso lo ayudó a forjar su templanza y su temperamento.

Sin llegar a debutar, a los 18 años pasó a Vasco da Gama y a los 19 recibió su primer llamado a la selección de Paraguay. Una convocatoria que no pudo disfrutar por un error: confundió las fechas del primer vuelo del encadenado que lo llevaría Japón, por lo que tuvo que postergar su estreno hasta el 1° de septiembre de 2022 (1-0 a México, en EE.UU).

Este volante zurdo box to box, que se ríe del apodo de Modric paraguayo y cuya plasticidad táctica lo llevó hasta a ser lateral izquierdo este jueves, desde las 16, comenzará a entrenarse en el Camp, al igual que Portillo, en su intento de pelear una plaza en un equipo en formación. Como lo hizo rápidamente en Talleres, la vidriera que en un año lo llevó a atraer el interés de un Gallardo que necesitaba de dos jugadores de este nivel.

Por eso River trabajó las siempre arduas negociaciones con Andrés Fassi para cerrar la compra del 90% del Sicario y del 70% de GF en un combo de 8,5 millones de dólares netos (y, en paralelo, la cesión del 25% de Girotti y el 10% de una plusvalía de una futura venta de Facundo Medina).

El par de refuerzos que cerró la lista de siete trabajará por primera vez cumpliendo un sueño que se empezó a forjar hace años de un lado y del otro de la frontera argentina. Y que al fin se ha vuelto realidad.